12.6.17

Maestros de hoy y lo que se espera de ellos a futuro


EN EL PAÍS

En Bolivia se estima que hay unos 135 mil maestros en ejercicio, según el ministro de Educación, Roberto Aguilar.

Hasta el próximo año, se calcula que una cantidad similar concluirá los cursos del PROFOCOM.

¿Cómo debería ser el maestro dentro de unos años y qué cualidades le hace falta ahora? Tras la reciente celebración del Día del Maestro, el pasado 6 de junio, algunos sectores afirman que en un mediano plazo el profesor boliviano debe poder aplicar sus conocimientos en la práctica, estar capacitado en el uso de tecnologías y contar con posgrados. En contraste, cinco maestros comparten sus historias de vida, que evidencian sus dificultades y sueños.

Para el Ministerio de Educación, el maestro, dentro de unos años, no sólo será un profesional con licenciatura, sino con niveles de estudio de posgrado que le permitan acreditarse como un especialista en las áreas que así lo desee, afirmó el titular de la cartera educativa, Roberto Aguilar, en una visita a Sucre realizada en pasados días.

El Ministro se refirió de manera particular a cómo están proyectadas las políticas públicas en los próximos años, asegurando que el objetivo es recuperar la capacidad, la formación y la experiencia del maestro.

“El punto más importante es el de hacer que el maestro sea el protagonista directo dentro del proceso educativo y esto está ligado a su formación”, sostuvo al explicar que esa idea se concretará con la formación posgradual de los maestros, un método por el que se optó en Bolivia. El objetivo es tener profesores con “buenas bases” en el ámbito de la enseñanza, pero con un nivel de especialidad, a diferencia de otros países en los que profesionales de distintas áreas hacen cursos para poder dar clases.

“En Bolivia hemos optado por formar un buen maestro y darle especialidad, es decir llegar al mismo punto, pero tener base de maestro y buen nivel de especialidad”, explicó sobre el modelo de formación que tiene el país para la capacitación de profesores.

De hecho, el pasado 5 de junio más de 2.000 maestros de todo el país recibieron en Sucre, sus títulos de especialidades, diplomados y maestrías, y fue el mismo Ministro quien afirmó que la próxima gestión “ya no habrá PROFOCOM” (Programa de Formación Complementaria) orientado a que los maestros que no pudieron titularse bajo el nuevo sistema, obtengan su licenciatura y así tengan el mismo nivel que las nuevas generaciones que salen de las Escuelas de Formación de Maestros.

Según Aguilar, lo que se logró en los últimos años es la jerarquización de la profesión del maestro al haberla convertido en licenciatura, un cambio que este año tendrá su tercera promoción de las Escuelas Superiores de Formación de Maestros y ya cuenta con 94.000 maestros titulados a través del PROFOCOM.

LICENCIATURA NO ES SUFICIENTE

En contraste, el dirigente de los Padres de Familia del Distrito de Sucre, Juan Carlos Durán, asegura que más bien se ve que “no fue suficiente licenciarse” y que lo que hace falta es precisamente la capacitación adecuada para que el profesor aplique el proceso educativo en la vida práctica fuera del aula en beneficio del alumno.

Para Durán, dentro de unos años, el profesor debería estar capacitado para el uso de tecnologías a la par de su desarrollo, con conocimientos suficientes para sacarle provecho a los aparatos tecnológicos y al Internet.

PANORAMA SOMBRÍO

El nuevo ejecutivo de la Federación de Trabajadores en Educación Urbana de Chuquisaca, Rodrigo Echalar, calificó de “sombrío” el futuro del maestro debido a que “en los últimos tiempos se han vulnerado sus derechos laborales y sindicales”, por lo que ve en la lucha sindical la salida para defender esos derechos ganados y lograr nuevas conquistas.

“Creemos que los maestros del futuro deben luchar por sus derechos y la calidad educativa; que los gobiernos se limiten sólo a financiar la educación porque ya estamos cansados de que gobierno que venga, imponga su ley en educación”, afirmó al coincidir con el dirigente de la Junta Escolar en que la escuela debe dejar de ser un mundo aislado de la realidad y que el alumno debe estar capacitado para resolver problemas de la sociedad.

“Yo me imagino al futuro maestro luchando por esto junto con otros sectores sociales para conseguir que realmente la escuela se vincule al proceso productivo y se pueda hablar de una verdadera unión de la teoría y la práctica”, señaló.

“Soy maestro gracias a otro maestro”

Florencio Saavedra, maestro jubilado, recuerda que su vocación nació gracias a que quien fue su maestro en la adolescencia, Faustino Araya Zamorano, lo adoptó luego de haber perdido a sus padres.

Saavedra, actualmente secretario General de la Federación de Maestros Jubilados de Chuquisaca, nació en Pulacayo, un poblado ubicado en el municipio de Uyuni, en Potosí; había perdido a sus padres a los 15 años de edad, pero fue a los 17, después de egresar en Pulacayo, que su maestro lo adoptó para poder llevarlo a Tarija, a rendir el examen de ingreso a la Escuela Superior de Formación de Maestros “Juan Misael Saracho”, en el pueblo de Canasmoro.

Su suerte parecía echada cuando Saavedra quedó huérfano, en Pulacayo había que dedicarse al trabajo en las minas para sobrevivir ya que prácticamente quedó en la calle luego de que la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) dispusiera la casa en la que vivían sus padres para otro minero. Gracias a su maestro, todo cambió.

“En las minas no faltaba trabajo entonces tal vez porque yo era un buen alumno y trabajaba, el profesor Faustino Araya Zamorano, que era mi profesor y era catedrático de la normal de Tarija, me dijo vámonos a Tarija. Fuimos a un notario público para que él sea mi apoderado y me adoptó. Viajamos y gracias a él soy maestro porque si no tal vez iba a ser minero” remarca.

Según Saavedra ingresó a la normal con altas calificaciones lo que le permitió que cuente con una beca durante los cuatro años que estudió en Tarija. Tras egresar, trabajó siete años en nivel primario de la escuela Juan Misael Saracho, después asumió el cargo de Director en esa misma unidad, mientras se especializaba en Artes Plásticas.

Sin embargo, la mayor parte de sus años de trabajo los ejerció en la escuela Franz Tamayo, en Llica, un municipio ubicado en la frontera de Bolivia con Chile. Fueron 20 años los que trabajó en ese lugar, hasta 1998, cuando tuvo que renunciar por problemas de salud de su esposa.

“Diré que mi vida la he dividido entre la docencia y el sindicalismo, por eso, ahora estoy como Secretario General de la Federación de Maestros Jubilados de Chuquisaca” explica.

Para Saavedra, uno de los momentos inolvidables de su carrera fue el hecho de viajar con sus alumnos hasta los centros mineros, representando la obra “La Chaskañawi”, donde se quedaron por 15 días.

Ahora, ya en el sector pasivo, Saavedra dice que en realidad no se deja de ser maestro “porque ahora si no estamos trabajando en aula somos maestros de los nietos porque los nietos necesitan ayuda, como tengo la especialidad de artes plásticas siempre estamos coordinando con ellos a través del celular, el whatsapp, el correo electrónico”.

Futuro profesor que busca excelencia

Rolver Chavarría es estudiante de la carrera de Artes Plásticas de la Escuela de Formación de Maestros de Sucre y busca titularse con altos puntajes.

Chavarría es el mejor alumno del área de Artes Plásticas y Visuales con un promedio de 92.30 y actualmente realiza sus prácticas en el Liceo de señoritas Manuel Rodríguez de Quiroga, con lo que podrá titularse a fin de año como maestro.

El ahora practicante cuenta con orgullo que su primera pintura se expone actualmente en un museo chileno, luego de que se la compraran por Bs 1.500, aunque no recuerda bien el nombre del recinto donde se encuentra su emblemático proyecto que tenía plasmadas figuras ancestrales de la cultura Yampara, Chavarría asegura que lo que les interesó a quienes la compraron fue la recuperación de saberes y conocimientos de otros países.

Su pintura “Ukhupacha” (infierno en quechua) fue ejecutada con la técnica batik, que emplea cera y añelina.

Chavarría cuenta que desde el nivel primario en la escuela tuvo la costumbre de ser un alumno dedicado a sus estudios y asegura que la clave del éxito para el estudio o trabajo es la disciplina.

“Eso es lo bueno y eso te lleva a un éxito bueno, eso es lo que yo aprendí de la vida misma, a tener disciplina, a tener responsabilidad en cualquier estudio o en cualquier trabajo, en todo lo que hagas tienes que tener disciplina y responsabilidad”, destaca.

Un maestro es como los gitanos o los militares

El también profesor jubilado, Isidoro Callejas, natural de Tarabuco, cuenta que apenas egresó de la Escuela Nacional de Maestros Mariscal Sucre decidió irse a trabajar a Uncía, lejos de su tierra natal, debido a que estaba afectado por la reciente muerte de su madre.

“Es por eso que no me quedé en Sucre, porque podía quedarme en alguna de las provincias, pero tuve que ir a los centros mineros sin conocer el lugar, agarré mi cama y me fui, pero bien, porque allá hice mi familia, mi esposa es de Uncía, mis hijos también y estoy feliz por haberlos encontrado”, comparte.

Para Callejas, los profesores parecen gitanos u oficiales militares ¿por qué?, pues porque muchas veces tienen que caminar con toda su familia y sus pertenencias para acomodarse en sus distintos lugares de trabajo y porque al igual que los uniformados son destinados a diferentes unidades educativas.

“Ahora creo que ya están pavimentando, ya es distinta la situación, pero antes hemos sufrido harto”. Callejas trabajó en Uncía (Potosí), y Monteagudo, Muyupampa, Villa Serrano, Tarabuco y Sucre en Chuquisaca.

Entre sus experiencias está la del trabajo en el colegio nocturno Padre Antonio Gausset, que funciona en ambientes de la escuela Daniel Calvo, donde tuvo que luchar contra el cansancio y responsabilidades con las que cargaban sus alumnos.

“Tuve varias historias con mis alumnos, en ocasiones había personas que tenían sus bebés y que venían a pasar clases junto con sus hijos y alguna vez no nos dejaban pasar clases porque el bebé empezaba a llorar, pero eso era permitido porque no tenían a nadie con quien dejar a sus hijos en su casa. Creo que hasta ahora no se tiene una guardería en el establecimiento”, lamenta el actual secretario de Vinculación Sindical de la Federación de los Maestros Jubilados de Sucre.

Después de jubilarse el año 2003, Callejas trabajó como gerente del colegio Alemán hasta 2015. Ahora, confiesa que extraña profundamente a los niños.

Una mirada a la edudación de antes versus la de ahora

“Personalmente creo que la educación ha cambiado porque antes fui formada por los religiosos franciscanos de la Escuela Franciscana, entonces nos enseñaron la puntualidad, el trabajo. Si no llevabas tu material te hacían volver a la casa, ahora, con las nuevas leyes que han sido emanadas desde el Ministerio ya no hay ese rigor con el que antes nos trataban los maestros; teníamos que responder por miedo. Decíamos: ‘si no llevo el cuaderno la profe nos va a hacer volver’, en cambio, ahora traigan o no, tienen que estar en el curso y además de perjudicarse, lo que hacen es distraer a los demás alumnos y la educación ya no es la misma”, compara la profesora de Valores, Espirituales y Religión de la escuela Adolfo Siles, María Rodríguez.

Para la maestra de religión, la puntualidad es fundamental y afirma que sólo se atrasó una vez durante sus 18 años de trabajo en ese colegio. Actualmente tiene 50 años de edad y además de terminar sus estudios en la Escuela de Maestros, cuenta con una licenciatura en Interculturalidad de la Universidad San Francisco Xavier.

“Gracias a Dios he tenido experiencias muy positivas. En la Normal (Escuela de Maestros) antes teníamos la oportunidad de empezar a trabajar antes de egresar, así que empecé a trabajar en la escuela José Mariano Serrano y luego fui a hacer mis años de provincia”, recuerda.

Entre sus planes todavía no está jubilarse, ya que le gusta su profesión y aún quiere disfrutar de “sus wawas” (hijos), acompañándolos en los buenos y malos momentos. “Es una satisfacción verlos ocupando cargos importantes y que a una la recuerden es una alegría más”, afirma.

Además, precisa que gracias a su materia se suele ganar la confianza de sus alumnos que le comparten sus problemas.

“Yo veo con mucha tristeza que algunos papás en casa no tienen cuidado porque pelean frente a los niños y ellos llegan con esa preocupación y lo expresan y dicen ‘profesora esto ha pasado en mi casa’ y te cuentan tal como ha pasado y a veces uno tiene que llorar con ellos por la impotencia de no poder hacer nada. Nos limitamos a dar consejos diciendo que ‘son problemas de mayores’, pero a veces incide en la formación como ser humano del niño”, lamenta.

Estudiar en el magisterio, ¿ el mensaje de un ángel?

Marianela Cordero, antes maestra de educación regular, trabaja desde el mes de marzo en un área muy distinta, ahora, es profesora de lenguaje de señas para personas con sordera.

Cordero acabó la licenciatura en educación especial de la Escuela de Formación de Maestros Sucre y ahora es docente de apoyo e intérprete de los estudiantes sordos de la carrera de Educación Física de la Normal.

“Tenemos cuatro estudiantes sordos que están estudiando Educación Física en el tercer año”, cuenta. “Realmente me gustaba ser maestra de educación regular pero he pasado a un sistema más interesante porque puedes entender la capacidad del niño que no puede escuchar, es muy bonito trabajar con ellos, pero es interesante porque en sus casas no los educan ya que no es como un niño oyente” afirma.

La maestra explicó que lamentablemente, en muchos casos los familiares de los estudiantes sordos desconocen el sistema de señas y cuando llegan a sus casas se encuentran en una “oscuridad” porque no hay interrelación con sus papás, así que el maestro intérprete es su luz en la obscuridad en la clase.

Cordero actualmente es el medio de comunicación entre el docente y el futuro profesor. “En realidad solo paso con tercero, pero paso planificación, natación, volibol, proyectos de investigación; en realidad paso todas las materias porque soy un medio de comunicación” recalca.

Cordero, salió bachiller el año 1988 del colegio “San Luis” Fe y Alegría de la ciudad de La Paz, en ese mismo año formó su familia y en 1997 vino a vivir a Sucre, donde un docente le aconsejó que estudie y pueda ser maestra.

“Tuve mi familia en primer lugar, tuve mis tres hijos me vine a Sucre y con la bendición de Dios y como todos tenemos un ángel, me orientó un profesor que trabaja aquí, quien me dijo que podría estudiar; me orientó bastante, hasta que pude lograr una profesión y soy muy feliz con lo que es mi trabajo” contó.

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